El mismo día que publicamos este artículo se reúnen Gobierno, patronal y sindicatos, con el objetivo de ampliar los ERTE por Fuerza Mayor que en un principio se acaban a finales de mes. En la mente de todos está la más que necesaria prórroga de los mismos. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ya ha adelantado en declaraciones a medios de comunicación que los ERTE se alargarán el tiempo que sea necesario: «No podemos poner límites y no podemos saber hasta cuando deberán alargarse», ha explicado la ministra. Por otra parte, ha avanzado que aquellos trabajadores que llevan en ERTE más de seis meses y que debían pasar de un 70% a un 50% de su nómina, se les mantendrá en el 70 por ciento.

Como decíamos, hay muchas dudas en el aire y no vamos a jugar a ser videntes, esperemos a que se produzcan las reuniones y se reflejen esas declaraciones en documentos y normativas oficiales. Lo que sí sabemos por las llamadas y consultas que recibimos en el despacho es que hay preguntas que se repiten sobre cómo actuar en el caso de que una persona en la empresa de positivo, haya estado en contacto con uno, o tenga síntomas similares a los de la Covid-19. Os respondemos brevemente a las dudas más frecuentes. 

¿Qué debo hacer si un empleado tiene síntomas que podrían ser de Covid-19?

Si un empleado presenta síntomas que podrían ser compatibles con la Covid-19 debe permanecer en aislamiento en su hogar. En el caso de que ese día haya ido a trabajar debe ausentarse de inmediato e informar al servicio de Salud que será quién determine si debe efectuarse alguna prueba y contactará con las personas con las que ha estado en contacto. En la mayoría de los casos deberá permanecer en cuarentena. Además, si el resultado de las pruebas es positivo, todos los que hayan tenido contacto con esa persona en el trabajo también deberán quedarse en casa y se deberá desinfectar las instalaciones en las que haya ejercido su labor la persona contagiada.

¿Debo cerrar mi negocio porque un trabajador haya dado positivo?

No hay una respuesta para esto, ya que dependerá de si en la empresa hay turnos de trabajo, de si el trabajador contagiado ha permanecido continuamente con la mascarilla y manteniendo una buena higiene de manos, si los espacios se desinfectan de forma continua… Hay empresas en las que si un trabajador da positivo, por las características de la misma, lo más aconsejable es cerrar y que todo el personal guarde la cuarentena y se efectúe las pruebas. En otros casos, si se puede teletrabajar, los miembros del equipo pueden seguir realizando la labor desde sus hogares.

¿Qué pasa si uno de los trabajadores de la empresa ha estado en contacto con un positivo de COVID-19 fuera del entorno laboral?

Pues básicamente lo mismo que hemos dicho anteriormente. Esa persona deberá aislarse y guardar cuarentena siguiendo las instrucciones que se le den desde Salud.

¿Puede el empresario pagar las pruebas necesarias a los trabajadores para descartar el contagio y volver a abrir la empresa en el caso de que los resultados sean negativos?

Son muchas las empresas que están optando por realizar las pruebas sus trabajadores de manera periódica, a pesar de que el coste de las mismas es muy elevado. En el caso de que tras la aparición de un caso positivo, o varios, haya también varios trabajadores que no se hayan contagiado, antes de la reapertura de la empresa es necesario confirmar que esos negativos son reales y seguir las indicaciones de las autoridades sanitarias.

 Hay dos tipos de pruebas, el test rápido y los PCR. En este enlace encontrarás en qué se diferencian y que información aporta cada uno de ellas. 

En el caso de que haya que cerrar la empresa y los trabajadores tengan que permanecer en cuarentena, ¿deben cursar una baja laboral?

Aunque en un principio no estaba muy claro este punto, actualmente el trabajador afectado por el coronavirus percibirá la prestación de incapacidad temporal derivada de la COVID-19 que se asimila a la de un accidente de trabajo. De esta forma percibirá el 75% de su base reguladora desde el día siguiente a la baja. Lo más complicado en este caso es cursar la baja oficialmente.

 Por su parte, los trabajadores en aislamiento preventivo tienen la misma consideración que si hubieran dado positivo, por lo que también les corresponde una prestación del 75% de la base reguladora, desde el día siguiente a la baja. En ambos casos el coste corre a cargo de la Administración.

¿Puede un empresario pedir el resultado de la prueba a un trabajador que informa de que es positivo en COVID-19?

Lo que debe solicitar es el parte de baja ya que debido al colapso no a todas las personas que se les impone la cuarentena obligatoria se les realiza la prueba. La empresa podrá verificar la existencia del parte de baja a través del servicio INSS-EMPRESAS (FIE) lo que le permite anticiparse a que el trabajador le aporte copia del parte.

¿Qué ocurre si un trabajador no acude a su puesto, asegura que está en cuarentena pero no presenta ningún parte ni figura en ningún sitio la baja laboral?

En ese caso el empresario o la persona responsable del personal podrá ponerse en contacto con la Inspección Médica del Servicio Público de Salud, para que confirme que existe esa situación de cuarentena decretada por la autoridad sanitaria competente.

A estas dudas que exponemos aquí seguiremos sumando otras porque esta circunstancia es totalmente nueva y exige de flexibilidad y de adaptación continúa a los cambios. Confiemos, de corazón, que todo esto acabe pronto.

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Justo el fin de semana antes de abrir la nueva página web de González Abogados y Asesores la volví a padecer. Después de haber pasado enero con la ya familiar sobrecarga del primer mes del año – algo propio y habitual de la época en la que se da por zanjado un año de actividad en cualquier PYME-, me quedé tiesa. Vamos, que no podía girar el cuello a derecha o izquierda, que no me podía prácticamente mover, porque el conjunto de mi espalda y cuello dijeron “¡Hasta aquí llegamos!”. Esto ocurrió en viernes, después de un intenso mes, de una larga semana y de un eterno día frente al ordenador, supervisando las tareas de mi equipo y asegurándome de que todos mis clientes cerrasen su año de manera óptima. En esta ocasión y tras intentar solventar mi problema de espalda con “métodos caseros” (algo de reposo, calor, algún antiinflamatorio), concluí el domingo que mis prácticas eran insuficientes e hice una visita a urgencias para tomar medidas más radicales. Y el lunes, casi como una rosa, estaba de nuevo en mi despacho, dispuesta, con fuerza y con ganas de atender a mis clientes.

Este capítulo de dos días y medio de duración, es tan solo un ejemplo de una de esas misteriosas enfermedades del empresario. Las hay en las que el dolor de espalda se sustituye por un gripón, o por una infección de estómago, o por jaquecas, o por una amigdalitis, o una bronquitis. Pero todas estas afecciones que tenemos los empresarios suelen tener una particularidad: su momento más agudo comienza en viernes y acaba, como muy tarde, a las siete de la mañana del lunes siguiente. Enfermedades de fin de semana de quienes sabemos que la responsabilidad que asumimos por nuestro negocio, por nuestros clientes y por las personas cuyos salarios dependen de nosotros, no da cabida a bajas.

En ocasiones oigo a gente hablar de este “particular fenómeno de la medicina” con cierta tristeza, resignación o frustración. Sin embargo, en mi caso, lo asumo como parte natural de lo que significa ser un/a empresario/a comprometido/a. Lo asumo con la certeza de que la libertad, el orgullo y la satisfacción que se sienten al tener un negocio propio no tienen precio. Evidentemente, todas las personas necesitamos tiempo y espacio para cuidarnos, para sanar nuestras enfermedades y para reunir la fuerza que nos hace falta para superar con alegría cada día -tanto en el negocio, como en casa, por supuesto-. Pero creo que a quienes nos aventuramos en el mundo de la emprendeduría y nos proponemos disfrutar del camino nos une algo especial: la mágica e inagotable capacidad de superar todos esos episodios de la “misteriosa enfermedad del empresario”.

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