Existen algunas prácticas que hacen posible que emprender no sea sinónimo de vivir en un estrés constante. Te contamos lo que nosotros hemos observado…
Ya sé que afirmar que una persona emprendedora pueda andar gestionando su negocio sin estrés es casi utópico. Sin embargo, sí es cierto que hay un perfil de personas que manejan sus empresas de tal manera que el estrés les afecta menos. Y en este artículo te voy a contar aquellos aspectos que hemos observado tienen en común.
TIENEN UNA FORMA POSITIVA DE ABORDAR LOS OBSTÁCULOS
Aquello de “no tenemos control sobre todo lo que nos pasa en la vida, pero sí el poder de elegir cómo afrontarlo”, es un hecho. Y es que de nada sirve lamentarse cuando ocurre algo inesperado o que percibimos como negativo. El enfoque en la solución y en lo positivo de la lección que se aprende con cada obstáculo del camino aporta seguridad, confianza, calma…
TIENEN UNAS METAS MUY CLARAS
Uno de los motivos del estrés es sentir o que no se avanza lo suficiente, o bien que no se sabe a dónde se va, en el más amplio sentido de la expresión. Tener una idea clara del propio negocio, así como marcarse metas y objetivos muy concretos y mesurables proporciona un mapa, nos indica dónde estamos y nos ayuda a definir los medios que necesitamos. Esta claridad, a su vez, nos permite crear una lista, priorizar y ejecutar nuestras tareas. Todo esto reduce el estrés.
SON CREATIVOS
¿Quién dijo que sólo hay una manera de hacer las cosas? Explorar diferentes caminos y soluciones en el día a día de la actividad y sobre todo estar programados para mejorar y optimizar los procesos constantemente, es una estupenda manera de enfocarse en cosas positivas y quita esa rigidez que muchas veces produce estrés.
BUSCAN “MAESTROS”
Las personas emprendedoras con menos estrés no tienen la exigencia de saberlo todo, ni se culpabilizan o se menosprecian por lo que no saben. En vez de eso, buscan “maestros”, se rodean de personas que les sirven de modelos a diferentes niveles, buscan activamente recursos como formaciones o tutoriales. Además, confían en sí mismas y en su capacidad de hacerlo cada día mejor. No existe angustia ni estrés en torno al conocimiento o a la falta de él. Lo que hay es una enorme inquietud por saber más.
DELEGAN Y PIDEN AYUDA
Para evitar el estrés resulta imprescindible conocer los propios límites y saber cuándo tenemos delante más de lo que podemos resolver. En ese momento previo a desbordarse lo mejor es mirar alrededor y preguntarse “¿Qué puedo delegar?” y “¿Con quién cuento?”. Hay veces que estamos haciendo innecesariamente algunas tareas que podríamos delegar a un miembro de nuestro equipo. Otras se trata de pedir ayuda en el ámbito personal a familiares o amigos, para que nos apoyen en tareas cotidianas de la familia. Lo importante es poder identificar las necesidades, saber expresarlas y compartir “la carga”.
Como podrás ver, en la mayoría de los casos se trata de una “actitud” ante la vida y el trabajo. Probablemente, aplicando estas cinco prácticas la vida de muchas personas sería más sencilla. Y si a ello añadimos unas vacaciones regularmente -como las que te deseo tengas en este verano-, la fórmula será redonda. 😉