«En la vida tienes lo que crees que mereces» por Minerva Santana

«En la vida tienes lo que crees que mereces» cuando leí esta frase, hace ya algún tiempo, me quedé pensando sobre su significado. Es de esas cosas que te resuenan y que en principio te provocan contrariedad, pero en cuanto haces un ejercicio de reflexión, siendo honesta, te das cuenta de que encierra una gran verdad.

«En la vida tienes lo que crees que mereces». ¡Pues no!, fue mi primera respuesta con cierto enfado. Ni las enfermedades, ni los accidentes desafortunados, ni muchas situaciones que escapan de nuestro control las elegimos nosotros. Un poco más tarde, dándole vueltas, me di cuenta de que hay muchas que sí, y en las que antes de asumir responsabilidad es más sencillo culpabilizar a otros y caer en el «tan confortable» victimismo que te lleva a quejarte y no actuar. Al menos a mí me ha pasado alguna vez. Repasando esos momentos, me centré en el «merecimiento» y descubrí que en mi vida había tolerado situaciones o comportamientos hacía mí que no debí permitir. En aquel momento, supongo que pensé que no merecía más, o que me merecía esos «desprecios» porque no era suficientemente buena o valiosa. Gran error.

Desde niños nos enseñan materias que nos convierten en personas más formadas, más cultas y, por tanto, con mayores posibilidades de prosperar, pero se les ha olvidado —al menos a los que formamos parte de mi generación— enseñarnos que, aunque hay que ser humildes, honestos o sencillos, también debemos valorarnos y querernos a nosotros mismos. Quererse no implica volverse un egoísta, orgulloso o pensar que el mundo gira en torno a ti; significa conocerse, respetarse, cuidarse y apostar por convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos. Nuestras palabras, decisiones y acciones conforman parte de nuestro camino, al igual que lo que transmitimos a los demás sobre nosotros. Te pondré un ejemplo que me ayudó a darme cuenta de en qué me estaba equivocando. Yo misma estaba transmitiendo un mensaje erróneo con mi comportamiento. Le estaba diciendo al mundo que no merecía más.

Imagínate una madre con tres hijos y un gran cesto de frutas. Después de comer las reparte entre sus hijos dándoles a ellos las más buenas. Ella se queda con la que está más pachucha, así siente que es una buena madre. La segunda vez se repite la escena, y la tercera. La madre siempre da lo mejor a sus hijos y ella se queda con la fruta podrida. Cuando llega su cumpleaños, sus hijos le regalan un cesto de fruta podrida. «Toma mamá, que sabemos que te encantan», le dirán entonces a su madre. Esto es una metáfora o un cuento, pero es como actuamos a menudo en determinadas situaciones de nuestra vida.

Nos conformamos y creemos que merecemos lo que tenemos, aun a sabiendas de que no es lo mejor. Lo más grave, es que caer en el conformismo, nos lleva a frenar nuestro potencial y estancarnos, nos estamos negando lo que podemos llegar a ser y privando al mundo de nuestro talento.

¿Tienes el trabajo que mereces?

 

Seguro que habrás oído a alguien quejarse de su trabajo, y a lo mejor lo hace continuamente, pero… ¿qué hace para cambiar esa situación? Posiblemente, piense que no está preparada/o para asumir más responsabilidad o que no cuenta con la titulación que le abra las puertas a un empleo mejor. Y ahí se queda, un año tras otro, viviendo entre quejas en vez de buscar la vía, el tiempo y los recursos para mejorar sus capacidades y optar a un puesto en el que esté mejor valorado/a y remunerado/a. Cuando estamos en esa rueda nos ponemos como excusa que no tenemos tiempo. ¿En serio? ¿No será que no lo priorizamos? Evidentemente, quien algo quiere algo le cuesta. Cada elección conlleva una renuncia. Así que si quieres mejorar tu empleo, a lo mejor, por un tiempo, deberás renunciar a verte todas las series de Neflix y dedicarte a estudiar… Una persona que vive en esa constante, casi con toda seguridad, debería comenzar por trabajarse el merecimiento. Puedes ir a un terapeuta o dedicarte a ver los miles de videos que circulan sobre el tema en internet y que pueden ayudarte. Es solo el primer paso, pero pasito a pasito es como llegamos a nuestro destino.

Cuidado que no estoy diciendo que seamos desagradecidos ni unos creídos. No tiene nada que ver. Puedes agradecer cada día que tienes un trabajo, un sueldo a fin de mes, puedes incluso reconocer que en ese momento no puedes optar a nada mejor, pero que eso no sea excusa para no fijarte una meta y objetivos que te saquen de dónde no quieres estar.

Haz el siguiente ejercicio y contesta a esta pregunta: ¿tienes el trabajo que mereces? Tómate tu tiempo para meditarlo. Si la respuesta es no, hazte la siguiente pregunta: ¿qué haces para cambiarlo?

El merecimiento afecta incluso a cómo afrontamos la labor comercial de nuestras empresas, en cómo nos vendemos ante los demás y en los ingresos que obtenemos en el caso de ser autónomos o empresarios. Piensa sobre esto también.

Y ahora, me detengo en algo en lo que también influye el merecimiento: el amor. Son dos facetas distintas de nuestra vida con un mismo trasfondo.

¿Tienes el amor que mereces?

 

«Tienes el amor que crees merecer». Nos conformamos con parejas que no nos llenan, con personas —incluso—, que nos maltratan física o psicológicamente y esto nos va minando aún más la autoestima. Este punto solemos agravarlo en mayor medida las mujeres. En el despacho hemos atendido a más de una mujer que se planteaba un divorcio o una separación y venía en busca de información, con miles de dudas. Les informas y terminan por decirte: «es que ¿quién me va a querer…? Mejor malo conocido que bueno por conocer». Y así va quemando sus días, su existencia, su vida y su juventud…Tal y como lo lees, tengas la edad que tengas nunca vas a ser tan joven como hoy.

¿Mereces la relación de pareja que tienes? Es otra cuestión que debes plantearte. Porque lo tengo más que comprobado: nos conformamos normalmente por no querernos mas y, sobre todo, mejor.

Evidentemente, trabajarse el merecimiento no es sencillo. Tendrás que desterrar muchas creencias e inseguridades que te acompañan y que cargas como un lastre que no te deja avanzar. Si empiezas hoy estarás más cerca de tener el trabajo o la pareja que realmente mereces, no lo dejes para mañana.

Y llegados a este punto, en el que te dejo deberes que hacer, hoy en día soy consciente de que en González Abogados y Asesores merecemos tener fantásticos clientes como los que tenemos. Cada uno con su particularidad, con las ventajas y desventajas de su sector, con sus victorias y sus fracasos, pero juntos formamos un fantástico equipo en el que cada día —aunque no siempre son fáciles— me siento satisfecha porque ponemos toda la carne en el asador, porque me acuesto con la conciencia tranquila y sabiendo que me esfuerzo en cada momento por alcanzar mi mejor versión. No ha sido un trayecto fácil, he tenido que aprender a decir que no a clientes dañinos, a renunciar a llevar asuntos que sabía que me iban a machacar y por supuesto, a gente que no nos ha tratado con el respeto que merecemos cualquiera de nosotros. El merecimiento está en la base de gran parte de las decisiones que tomamos en nuestra vida. Te dejo una última pregunta: ¿Tienes la asesoría que mereces?

Si la respuesta es no, si quieres trabajar con un equipo cualificado y humano, llámanos sin compromiso y hablamos.

Firmado: Minerva Santana.

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