“Nos olvidamos de que detrás del concepto ‘empresa’ hay personas”, por Minerva Santana

En este momento, a través de estas líneas, solo quiero hacer una reflexión sobre lo que estamos viviendo desde hace unas semanas. El derecho al pataleo, a desahogarnos y a expresar cómo nos sentimos, sigue siendo algo que, aún con mascarilla, podemos ejercitar. Y vamos a hacerlo, porque aunque que no quiero ser negativa, la situación no pinta nada bien. Si esta reflexión –mi reflexión– que hago en primera persona contribuye a que al menos no te sientas solo/a, me daré por satisfecha. Porque sí, yo también tengo la sensación muchas veces de que vamos a la deriva, que a los empresarios y autónomos se nos ha abandonado en esta selva en la que la incertidumbre, la improvisación y el caos conforman el día a día.

Si la falta de clientes pone en jaque la continuidad de multitud de negocios, las últimas medidas adoptadas –y las medidas no adoptadas–  por el Gobierno están firmando su sentencia de muerte. En este caso podríamos decir que se está haciendo mucho daño por omisión, por la falta de determinación en tomar algunas medidas que ayuden a las empresas a continuar, a mantenerse.

Dicen que no se debe juzgar si no has estado en los zapatos de la otra persona, y os aseguro que no me gustaría estar en los de los miembros del Gobierno, pero lo cierto es que en esta segunda ola de rebrotes, de Covid-19, las empresas están abandonadas a su suerte, o a su mala suerte.

Cada mañana son varias las llamadas de clientes –que más que clientes ya son amigos– en los que nos muestran su preocupación por el momento que están atravesando sus empresas y, por tanto, ellos a nivel personal. Parece que nos olvidamos de que detrás del concepto “empresa”, lo que hay son personas.

Hay días en las que tras esas llamadas no puedes evitar colgar el teléfono y secarte las lágrimas o dejar salir una expresión de rabia por la impotencia que sientes. Estamos presenciando la agonía de multitud de negocios en los que sus propietarios han puesto su ilusión, su esfuerzo, sus ahorros, sus jornadas interminables de trabajo, sus esperanzas. Han arriesgado, han creado empleo, y ahora, con todo esto, posiblemente tengan que cerrar por la falta de ayudas, y por desesperación. Además, si bien es cierto que hay muchos trabajadores implicados, que valoran el puesto de trabajo y entienden de lo difícil de la situación y de la necesidad de “tirar para adelante” con lo que nos está cayendo, cierto es que hay algunos otros que cada día manifiestan oposición por ir a trabajar, relegando a la empresa a una situación más complicada aún si cabe.

Pues no, ¡no hay NADA GRATIS! Es mentira, pero aún hay quien lo cree. La educación no es gratis: la pagamos entre todos los que cotizamos. La sanidad no es gratis: la pagamos entre todos a través de nuestros impuestos, de nuestras horas de trabajo, de nuestro esfuerzo. Las pensiones no salen de una máquina de hacer dinero, tenemos que pagarlas entre todos los que estamos dentro de la población activa…

Y lo cierto es que todas esas empresas que se están viendo y se verán abocadas al cierre, si el Gobierno no lo remedia, en mayor o menor medida, generan empleo y la destrucción de empresas, no sólo perjudica a ese empresario que hay detrás de cada empresa, sino que contribuye a la destrucción de empleo, al igual que ocurre con el empleo autónomo.

Durante años, se han centrado los esfuerzos en la creación de empleo y en fomentar el empleo autónomo, por lo que en este momento se hacen necesarias medidas urgentes para las empresas, en aras de evitar que en solo un par de meses, no se vaya al traste todo el esfuerzo de años.

Tenemos entre nuestros clientes a alguna empresa pequeña que todos sus trabajadores tienen que permanecer en casa hasta 15 días, aunque las pruebas diagnósticas de Covid-19 hayan dado negativo como resultado… Es fácil de intuir que con la llegada de los resfriados, la gripe o la apertura de los colegios, esto va a ir a peor. Básicamente porque habrá más positivos pero también habrá quien con síntomas similares den resultado negativo y deban permanecer en casa o deban aislarse simplemente porque hayan estado en contacto con un positivo. ¿Y ahora qué?

El caso es que afrontamos los próximos meses con mucho temor e impotencia si el Gobierno no adopta nuevas medidas y más contundentes. Esto es un bucle que parece no tener fin.

Cuando se decretó el confinamiento, muchas empresas se acogieron a los ERTEas después se prohibieron los despidos basados en causas Covid-19. Dijeron que “nada de despidos” y que si era necesario se podía acudir al ERTE. Hasta ahí bien.

Retomamos la actividad a principios de junio con la desescalada. Ahora la situación sanitaria, al menos en Canarias, es mucho más delicada que cuando se declaró el Estado de Alarma y no se vuelve a declarar, entiendo que porque económicamente no nos podemos permitir otra “hibernación” y porque tampoco esa sería una solución magistral. Sin embargo, el mensaje que se está lanzando desde las autoridades sanitarias es el de “no salgas”, “no vayas a los bares”, “no consumas”, “no te relaciones”, “confínate de manera voluntaria”… Eso a los nacionales, porque por supuesto, que los turistas internacionales son la minoría los que se atreven a venir y visitarnos.

No lo voy a cuestionar, entiendo que la situación de alarma sanitaria está por encima de cualquier otra cosa, y la vida es la prioridad, por supuesto, pero: los negocios están vacíos y no pueden despedir porque no han pasado los seis meses pertinentes para poder hacerlo sin penalizaciones; la gran mayoría no cubre los gastos fijos y luchan por seguir abiertos aunque sea con mucho menos personal, sin poder permitirse cubrir bajas y con trabajadores en casa aunque hayan dado negativo… Están con las manos atadas y sin saber cómo hacer para no tirar la toalla y seguir afrontando todos los gastos fijos, los de siempre y los nuevos, pues a los gastos habituales de cualquier negocio, se suman ahora los gastos por los equipos de protección individual, que suponen un añadido, así como las restricciones y medidas de control adicional derivadas de la situación.

Sé que hay que aceptar la realidad externa y extraer el aprendizaje, que las circunstancias son las que son y que en nuestra mano queda el cómo afrontarlas para no sufrir, que en esta vida todo lo que vivimos pasa por y para algo, pero me van a permitir que hoy muestre mi parte más humana, que toque tierra, que me permita estar triste y sentir esta emoción con la que me siento totalmente vulnerable. Ojalá pudiese hacer más de lo que hago. Ojalá nuestro equipo tuviese la clave para acabar con todo esto y que haya sido un mal sueño, pero no es así, hay veces que solo podemos mostrar nuestro apoyo, estar al lado de nuestro cliente al que ni siquiera, ahora mismo, podemos dar un abrazo de ánimo.

Hoy comparto contigo esta reflexión tan personal a modo de desahogo, si has llegado leyendo hasta aquí solo quiero que sepas que me tienes (nos tienes) cerca, que estamos a tu lado, y que no podremos cambiar el mundo ni legislar, pero que haremos todo lo que esté en nuestra mano para ayudarte a afrontar este momento. Poniendo a tu disposición nuestro saber y profesionalidad es la mejor forma de estar cerca de ti, de acompañarte, de hacer este camino juntos, aunque a veces no podamos hacer otra cosa que desahogarnos.

Minerva Santana

 

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