La motivación de muchos emprendedores para montar su negocio es no tener jefes, convertirse en dueños de su tiempo y tomar sus propias decisiones. Esto implica también asumir riesgos y apostar por un proyecto personal—profesional que requerirá de organización, esfuerzo, trabajo y de contar con resortes y herramientas para no convertirte en tu peor jefe. Pero ¿cómo voy a convertirme en mi peor jefe?, te preguntarás si aún no lo has experimentado. Pues es posible y, de hecho, lo comprobamos a menudo con clientes y con nosotros mismos.

Cuando inicias tu proyecto empresarial lo haces cargado de ilusión, de ideas, de ganas de ponerlas en práctica, de llegar a potenciales clientes y fidelizarlos cuando ya los tienes. Ese impulso inicial te aporta adrenalina y puedes trabajar quince horas al día sin que te pese. Te dejas llevar porque quieres ver resultados. Si no los consigues al principio, esas ganas te impulsan a seguir luchando por abrir tu hueco en el mercado, y si lo consigues, te entregas por entero motivado por la facturación y porque tu idea de negocio funciona. En ambos casos, encontramos la energía para dedicar nuestra vida a la empresa, posiblemente, nuestro entorno entenderá este esfuerzo inicial y que le restes tiempo a familiares y amigos. Pero ¡cuidado! Es algo que no deberías sostener en el tiempo o acabarás quemado y siendo el peor jefe que puedas tener. El más exigente y dañino para ti.

Aunque nos hayan vendido la moto de los súper poderes, todos somos humanos y los humanos debemos descansar, despejar la mente y llenar nuestro día a día de otros nutrientes psicológicos que no se limiten únicamente el trabajo.

Trabajar, trabajar y trabajar es algo muy digno, pero solo por la insistencia no obtendrás resultados. Requiere de una estrategia y de tener la mente despejada para solventar los problemas que se puedan presentar en el camino y, por supuesto, para dejar entrar nuevas ideas.

Cuando emprendemos, nos entregamos por completo, y no organizamos nuestro tiempo en compartimentos, corremos el riesgo de saturarnos y de acabar quemados. Y eso, querido emprendedor, nos lleva a la desmotivación, al hastío y lo que es peor, a unos niveles de ansiedad que harán tambalearse todo lo que nos importa en la vida, lo primero, nuestra salud.

En la época que nos ha tocado vivir estamos las 24 horas del día conectados. Ya no vale salir de la oficina para desconectar. Llevamos la oficina en el teléfono móvil. Llamadas, WhatsApp, correos electrónicos y las redes sociales nos facilitan trabajar desde cualquier lugar, pero también se convierten en tiranos si les permitimos infiltrarse en todos los espacios de nuestro día a día. Así te darás cuenta de que lo de ser dueño de tu tiempo era solo una utopía y de que eres más esclavo que cuando trabajabas para otros.

¿Cómo poner remedio a eso? Con cabeza e imponiéndonos que, al igual que destinamos muchas horas a nuestro proyecto y clientes, debemos dedicarnos tiempo a nuestro bienestar físico y mental.

Te damos algunas pautas que puedes aplicar para no convertirte en tu peor jefe. Sabemos que no siempre son fáciles de poner en práctica, pero al menos, deberías intentarlo por ti y por la evolución de tu negocio. Es cuestión de entrenamiento.

1.- Ponte un horario. Incluso aunque trabajes desde casa procura cumplir un horario de trabajo. Muchos días el volumen de actividad hará que las jornadas se alarguen, pero no permitas que esa sea la tónica habitual. «¡Es que me apasiona lo que hago!». Eso es genial, pero la pasión desmedida suele conducir al sufrimiento.

2.- Destina un tiempo de trabajo al día para redactar y enviar presupuestos, o dedicarte a tareas que requieren estar ante el ordenador sin distracciones. Despertarse temprano, antes de que comiencen a entrar llamadas y mensajes puede ser el momento idóneo para destinarlo a este fin. Aprovecha para planificar la jornada y valorar qué es realmente urgente y qué puede esperar al día siguiente. Hay quien prefiere hacerlo al final de la jornada. Eso dependerá de ti y de lo despejado que te encuentres.

3.- Una agenda bien organizada nos ayuda a mejorar la productividad y a evitar agobios. Como te decíamos en el punto anterior, haz un listado con las tareas pendientes por orden de prioridad. Surgirán imprevistos. Deja también en la agenda un hueco para ellos. Sí, planifica los imprevistos. Si no surgen, durante esa jornada, estarás más despejado e incluso podrás avanzar con otros trabajos. No cometas el error de llenar la agenda con tareas y actividades que no caben. Nos empeñamos en meterlo todo y comprobar que no somos capaces de llegar a lo humanamente inabarcable nos generará estrés y ansiedad.

4.- Practica ejercicio físico. Si eres deportista sigue practicando deporte, incluye en tu agenda ese hueco para estar en forma. No se acaba el mundo si en ese intervalo desconectas el móvil o quitas las notificaciones. Si no practicas deporte, comienza a hacerlo, aunque sea salir a caminar todos los días un ratito. En cuanto lo incluyas en tu rutina descubrirás que te aclara las ideas y te ayuda a mejorar la productividad.

Si tu afición es pintar o escribir o hacer papiroflexía, hazlo. No dejes de hacerlo. Esas actividades se convierten en una vía de inspiración, es cuando surgen las mejores ideas.

5.- Comprobarás en el transcurso del desarrollo de tu actividad que, siendo autónomo o empresario,¡sigues teniendo jefes! Tus jefes son tus clientes y hay veces que querrán absorber tus espacios personales. Pues a los clientes se les puede educar. Así, como lo lees. Si durante tu jornada estás dedicado a ellos por completo, deben aprender a respetar que no trabajas las 24 horas al día. De un cardiólogo o un intensivista dependen la vida de personas, sin embargo, cumplen normalmente con sus horarios de trabajo. No, el peso del mundo no recae sobre tus hombros.

Si un cliente te acapara por completo y te acapara 24 horas los 7 días de la semana, plantéate si te compensa. No dejes que te atrape el miedo para buscar otros clientes que sí te respeten y valoren tus esfuerzos.

6.- Delega. ¿No tienes empleados? Valora contratar a alguien. Si no llegas a todo, si la empresa te absorbe, si no das más de ti, lo lógico, es que eso se traduzca en facturación y puedas permitirte contratar a alguien que te ayude con una parte de las tareas que recaen en ti. De hecho, te permitirá tener tiempo para buscar nuevos clientes. ¿Estás hasta arriba de trabajo y no ganas lo suficiente para permitirte un empleado? Algo no estás haciendo bien. Llámanos y te ayudamos a clarificar los números de tu empresa.

Si tienes empleados, delega. «Es que como lo hago yo, no lo hace nadie». Esta claro que el empeño, la energía y el interés que le pones tú no se lo va a poner todo el mundo. Pero rodéate de profesionales cualificados, ten en cuenta su aptitud al contratarlos y reparte el trabajo de manera que no todo recaiga sobre ti. Confía. Un buen empleado en el que descargas responsabilidad y le muestras confianza en su labor, suele implicarse y entregar lo mejor de sí mismo.

También cabe la posibilidad de que no quieras tener empleados. Pues asume únicamente el volumen de trabajo al que puedas dar respuesta. Es mejor decirle a un posible cliente “no”, a tener a todos tus clientes insatisfechos porque no das buen servicio a ninguno porque, básicamente, no te da la vida.

7.- Dedica tiempo a tu familia y amigos. Tómatelo como algo necesario para el desarrollo de tu actividad. Igual que con el deporte o las aficiones, incluye en tu agenda esos ratos de ocio con ellos. Quita las notificaciones y destínales tiempo, te lo estarás destinando a ti y a tu salud mental.

8.- Sé flexible y respétate. Ya que asumes riesgos, que has decidido ser tu propio jefe, permítete pequeñas licencias. Que te quieres tomar un puente libre, informa a tus clientes con anterioridad de que ese día no estarás operativo. Configura un mensaje automático en el correo y en Whatsapp Business. Si lo planificas con antelación, puedes hacerlo, aunque los días anteriores tengas que trabajar un poco más. Merecerá la pena.

9.- Fórmate. Destinar un tiempo para formarte también es tu trabajo. Si mejoras tus cualidades profesionales, tu empresa podrá crecer y destacar. Con todos los cursos que encontramos online es fácil hacerlo y adaptar el horario de la formación a cuando te venga mejor. Pero hazlo. Invierte en ti.

10.- Apóyate en nosotros. Hay cosas que tú sabes hacer y nosotros no. No todo el mundo sirve para todo. Descarga en nosotros tu contabilidad, la fiscalidad, los asuntos legales, redacción de contratos, búsqueda de financiación, la selección de personal, etc. Donde tú no llegas, llegamos nosotros. Emprendimos para eso y es nuestro trabajo.

Como ves la organización de tu limitado tiempo se vuelve crucial cuando emprendes. Puedes seguir empeñado en dedicarte en cuerpo y alma sin buscar espacios para ti, tu salud mental y física, pero a lo mejor, muy posiblemente, en poco tiempo estarás achicharrado, cansado hasta el extremo y eso repercutirá en la calidad de tu trabajo, la satisfacción de tus clientes, en tu salud y en que termines tomando la decisión de cerrar el negocio que tanto te ilusionaba. En el equilibro está la clave y encontrar el equilibrio requiere de tener la mente despejada.

¿Hablamos?

 

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